El presente documento trata de dar una orientación técnica para la
mejora de la actividad de la industria desde el punto de vista de la
organización industrial y del trabajo, con el fin de que la empresa pueda mejorar sus
resultados, sea más competitiva y pueda sostener o ampliar los niveles de
empleo actuales.
Las medidas planteadas son perfectamente validas independientemente de
la situación que se encuentre la empresa, crisis, expediente de regulación de
empleo, concursada, (a excepción si se encuentra en fase de liquidación sin
posibilidades de continuidad de la actividad). Se parte del criterio principal
de un análisis de situaciones anteriores como punto de partida donde a partir
de los mismos, se puedan planificar estrategias que sean determinantes a la
hora de actuar en la eficiencia productiva, mejora de costes, organización del trabajo, productividad,
calidad y participación.
Establecer unos objetivos y unas metas es esencial para el éxito de
una empresa. Y se debe establecer un camino a seguir que debe servir como
fuente de motivación. Pero orientarse a los objetivos empresariales no siempre
es fácil, la falta de motivación, la existencia de elementos de distracción o
bien la poca competencia puede ir en contra de los objetivos trazados por la
empresa. La mayoría de los trabajadores, mandos y directivos realizan esfuerzos
y trabajan muchas horas pero no siempre logran las metas esperadas, debido a
las tres cuestiones mencionadas.
La productividad. Entendida como la relación de lo producido con
respecto a los recursos utilizados, o bien como el resultado de las acciones
que se deben llevar a término para conseguir los objetivos de la empresa y un
buen ambiente laboral, teniendo en cuenta la relación entre los recursos que se
invierten para alcanzar los objetivos y los resultados de los mismos. La
productividad es la solución empresarial con más relevancia para obtener
ganancias y crecimiento.
Para lograr una buena productividad empresarial es imprescindible una
buena gestión de empresa, la cual engloba un conjunto de técnicas que se
aplican directamente en la actividad de cualquier proceso. El objetivo de dicha
gestión es mejorar la productividad, sostenibilidad y competitividad,
garantizando la viabilidad de la empresa.
Para poder lograrlo se debe conocer primero cual es el proceso más crítico
y así poder atajarlo de forma inmediata.
Lo peor para la productividad empresarial es un jefe que asume todas
las funciones. No hay mejor jefe que aquel que sabe delegar las tareas en las
personas adecuadas. Y además para mejorar el uso de su tiempo, delegar es
esencial, así como fomentar el trabajo en equipo.
La productividad debe estar sujeta a un análisis de un periodo mínimo
de 5 años anteriores del momento de la investigación. Para ello es necesario
analizar los siguientes datos económicos: El primer análisis de la
productividad sectorial debe hacerse con las facturaciones de los años
anteriores y su relación con los capítulos económicos más importantes y que
tiene una relación directa con los gastos necesarios para el funcionamiento y
sostenimiento de la actividad, o funcionamiento del proceso productivo; tales
como la facturación, los aprovisionamientos, los servicios externos y el gasto
de personal, entre otros, ambos subdesarrollados adecuadamente.
Del análisis de los capítulos económicos enumerados y de la
facturación neta observaremos la relación histórica y la evolución de la
actividad, así como el comportamiento del valor añadido bruto. Es decir la diferencia
entre los ingresos de la facturación y los gastos derivados de la actividad.
“Es de vital importancia que una empresa conozca
cuáles son sus costes de producción, el valor añadido de su producto y el
margen de beneficio, como medida de competitividad en los mercados, estrategia
comercial y planificaciones futuras.”
La segunda parte del análisis de la productividad versaría, en la
misma línea de lo comentado pero en este caso con respecto a la producción en
unidades o kilos dependiendo del tipo de actividad, con el fin de conocer el
valor del coste del producto terminado.
Y la tercera correspondería al análisis de las partes de los procesos
productivos, desde el inicio del mismo hasta su almacenamiento o expedición, de
forma que se pueda conocer la trayectoria de los gastos sectorizados, de la
productividad sectorial de las distintas partes del proceso, el valor del coste
de producto en cada fase de fabricación, y la repercusión del valor añadido
sectorizado, como forma de atajar aquellos desfases que se pudieran producir.
La calidad.
Las brutales competencias de los mercados derivadas de la globalización,
obligan a las empresas a una búsqueda de la calidad total, de la excelencia, o
de la mejora continua, que sin duda debe ser otra máxima de obligado
cumplimiento de las direcciones de las empresas, ofertando un nivel de
compromiso adecuado con el fin garantizar una competitividad y un
posicionamiento en el mercado de la oferta y la demanda.
Los productos fabricados deben cubrir las expectativas de los
clientes. En este sentido volvemos a la necesidad de la sectorización de las
distintas fases del proceso de producción.
En los mismos deben establecerse los controles oportunos de forma y
manera que se cumplan dos objetivos primordiales: El rechazo y recuperación
siempre que sea posible del producto, y la garantía de que el producto sea
eliminado del proceso lo antes posible como medida preventiva de ahorro de
costes derivados de la no-calidad.
Por lo tanto en los análisis mencionados, otro aspecto de vital
importancia es conocer con la máxima exactitud los posibles costes de la no-calidad,
que sin duda nos servirán como guía para poder corregir aquellas partes del
proceso desviadas o susceptibles de ser mejoradas.
El establecimiento de procedimientos y métodos de trabajo donde se
recojan las descripciones exactas de cómo proceder, así como los aspectos que
influyen en la calidad del proceso y las medidas preventivas en materia de
seguridad, serán otros elementos que sin duda mejoraran los resultados.
La eliminación de estos costes dará como fruto inmediato el abaratamiento
de costes del producto, aumento de la productividad y mejora del valor añadido.
En este sentido la formación y la implicación de los trabajadores
juegan un papel muy importante.
Los objetivos de calidad de una empresa deben establecerse de forma
lógica por las direcciones de las empresas, concretos, mesurables y realistas,
nunca deben establecerse objetivos inalcanzables, ya que esto produciría un
efecto totalmente contrario al que se pretende con este documento orientativo.
Por lo tanto deben ofrecerse las herramientas y condiciones necesarias para su
cumplimiento.
La mayor parte de los “gurús” de la calidad
defienden la necesidad de la implicación total de los empleados en la toma de
decisiones (“total involvement”) (Deming, 1982; Feigenbaum, 1983; Ishikawa,
1985;Oakland, 1989).
Esta estrategia debe ser acompasada con la participación del cliente
final, donde a través de mecanismos oportunos, se busque la implicación,
satisfacción del cliente y el conocimiento de sus expectativas y necesidades.
En definitiva podemos hablar de dos tipos de calidades, la interna y
la externa, la interna es la referida al proceso de producción y la externa es
la que se ofrece al mercado y a los clientes finales.
Obviamente estamos refiriéndonos al liderazgo interno y externo.
Pero no podemos olvidarnos de las que las mejoras tecnológicas mejoran
los resultados y con ello se aumenta la productividad y la calidad de la
empresa. Las empresas deben ser cada vez más competitivas y para ello necesitan innovar utilizando nuevas tecnologías, invirtiendo en
procesos de producción que nos ayudarán a aumentar la productividad y la
calidad.
Además estas herramientas son claves para ayudarnos a deshacernos de
los procesos que no aportan valor. Tenemos que crear herramientas de trabajo
para que cualquier persona sepa las tareas que debe realizar, cuándo y cómo.
La mejora continua es la única forma de alcanzar la excelencia.
Esta debe proyectarse en todos los campos de la empresa. Mejorar los resultados
es una labor costosa sujeta a un proceso progresivo en constante avance, donde
los retos deben ser infinitos. Para ello hay que dotar a los departamentos de
mejora continua y a los responsables de las herramientas adecuadas para la
consecución de los objetivos. Este tipo de intervención deben tomarse en la
empresa como algo natural, normal y de práctica diaria, no pueden haber
excepciones, cortes o paralización temporales de la mejora continua, ya que
esto provocara retrocesos, pérdidas de tiempo y gastos innecesarios, es decir
un estancamiento en la gestión.
La
mejora continua es la filosofía de la empresa, con la participación activa de
todas las personas de la misma, es un grave error no aprovechar la
experiencia y las capacidades de las personas de la empresa. “Lo
de unos piensan y otros trabajan”, ha pasado a mejor vida.
La participación dentro de la empresa. La correcta recopilación de datos de la empresa y su tratamiento, es una cuestión necesaria, que debe ser apoyada por otra fuente de información vital, la que aportan los trabajadores a través de su conocimiento y experiencia en el desarrollo de su trabajo. Por regla general este filón de información no suele utilizarse adecuadamente, porque desgraciadamente, aun se entiende que los recursos humanos de una empresa están exclusivamente al servicio de la misma, para ejecutar las órdenes de la dirección sin posibilidad de opinión.
La ruptura de estas formas requiere la instauración de mecanismos de
participación adecuados, donde los trabajadores y trabajadores puedan expresar
libremente sus opiniones y plantear propuestas y mejoras.
Para ello se deben tener claros los valores dentro de la organización
empresarial, lo cual permitirá que los equipos puedan comunicarse y trabajar
mejor, generando motivación interna y con ello el aumento de la productividad
correspondiente. Si te rodean buenos colaboradores y trabajas cordialmente con
ellos los resultados que lograras serán siempre mejores. Además si se trabaja
en equipo se mejora el esfuerzo individual.
La empresa debe orientar y dar a conocer su cultura con total
transparencia, de forma que cada trabajador se sienta protagonista de su puesto
de trabajo, y tenga información de la importancia de su trabajo, y que su
colaboración y su desarrollo en el proceso, afecta directamente a un producto
que terminara en manos de un cliente que lo está demandando. Es decir debe
hacerse protagonista que la satisfacción del cliente final es consecuencia de
su aportación a través de su trabajo en la parte del proceso que corresponda.
En definitiva la participación en el seno de la empresa desarrollada
por la dirección de marcarse como objetivo que los trabajadores se sientan
orgullosos de pertenecer a la misma, a la vez que se sientan también plenamente
integrados y reconocidos. Si los trabajadores tienen información suficiente
sobre la situación de la empresa, sus necesidades, sus dificultades, sus
proyectos de futuro, podrán asumir con total naturalidad lo que se espera de
ellos en el desarrollo del trabajo.
Esto acompañado de una buena política de RR.HH, en general y de planes
de formación adecuados, nos puede garantizar una predisposición y
profesionalización de los trabajadores y trabajadoras, donde casi de forma
automática se abren las puertas de la flexibilidad y la polivalencia, elementos
estos que garantizan una mejor y mayor productividad y calidad del producto.
Potenciar medidas de conciliación y flexibilidad laboral es
importantísimo para incrementar la motivación de los empleados. Un empleado
descontento es un empleado poco productivo.
La conciliación de la vida laboral y familiar afecta tanto a hombres
como a mujeres pero aun hay grandes diferencias entre ambos. Buscar el
equilibrio sería lo perfecto. Además las empresas que concilian ven reducido su
absentismo laboral en un 30%.
“La empresa tiene que hacerse responsable de
la gestión de la carrera profesional de todos los empleados”.
Sin
duda estos esfuerzos compartidos entre dirección y trabajadores a través de sus
representaciones legales, deben ser acompañados por sistemas de incentivación
adecuados, como elemento motivador. Este tipo de políticas contribuyen a la
creación de un clima laboral excelente.
La incentivación no es solo cuestión de dinero. Para una empresa
es muy importante incentivar la creatividad para lograr unos objetivos de
innovación y producir cambios en la empresa que hagan aumentar la productividad
empresarial. Hemos de pensar que hoy en día la creatividad es un requisito
indispensable para la supervivencia de cualquier empresa, que nos permite asegurar
una posición competitiva en el mercado y hacer frente a los constantes cambios
del mismo.
Mercadeo,
mercadotecnia, comercialización, son términos asimilados al marketing. La política comercial de una empresa
debe estar basada en el análisis de un mercado y sus necesidades, la calidad,
la logística y el servicio, deben estar encaminados al segmento adecuado donde
haya nichos de mercados para nuestros productos.
Es
fundamental conocer también la satisfacción de nuestros clientes finales de
forma directa más allá de la información que nos pueda aportar la red
comercial. Nuestro cliente final es una fuente de información muy importante ya
que nos indica sus necesidades y por lo tanto la parte principal de las
características de los productos que nos demanda.
Calidad
precio y servicio, suelen ser conceptos atractivos para ellos, donde se
garantizara la fidelización de los actuales, estableciendo la correspondiente
comunicación, a si como la captura de nuevos clientes.
Sin
duda, la facturación o las ventas tienen una incidencia directa en la economía
de la empresa, dado la fuente de ingresos, pero estas ventas o facturaciones
deben estar sujetas a unos márgenes adecuados que nos garanticen un valor
añadido positivo en función de los costes de fabricación.