Primero me gustaría aclarar, que para mí la
Organización del Trabajo (OT) no es solo importante cuando se habla de
viabilidad de la empresa, o cuando se está en época de crisis, sino cuando
se habla de empresa, con o sin problemas de viabilidad, de refinanciación,
de mercados, o concursadas, etc. Es decir la empresa, necesita sin duda alguna
de la OT. Y en mi opinión esto sigue siendo una asignatura pendiente, que intentare
desarrollar en este artículo para su debate. Por lo tanto la primera afirmación
que pongo encima de la mesa para su debate, es la siguiente: La utilización adecuada de la organización
del trabajo en la empresa, entre otras, es una medida preventiva muy eficaz, y
que tenemos la obligación de mantener de forma constante, tanto en épocas de
crisis, como en épocas de bonanza.
¿Hemos aprendido o estamos aprendiendo algo
de esta crisis? Creo sí, que algo hemos aprendido y estamos aprendiendo
todos. Por un lado, hemos aprendido
a conocer términos, debido al rescate que en discursos y en medios de
comunicación se escuchan con mucha frecuencia, tales como productividad,
competitividad, viabilidad, valor añadido, etc. Estos términos y otros muchos,
no son nuevos, ya empezaron a sonar de forma más frecuente, sobre todo desde la
incorporación de España en la CEE.
El ingreso de España en la CEE, provoco
una necesaria influencia en las empresas. Se empiezan a asumir directivas
europeas en nuestra legislación española. La apertura de las fronteras hace que nuestros
productos puedan introducirse en mayores cantidades en Europa y resto del
mundo. Las exigencias legislativas por un lado y las exigencias de los mercados
y de los consumidores, por otro, hacen que los productos tengan que cumplir de
forma obligatoria con unas calidades determinadas y requisitos, esto provoca
cambios en los sistemas de producción.
Ya no se lleva el fabricar una sola
referencia, sino muchas, los pedidos en las empresas ya no son masivos, son más
pequeños y variados, los stocks ya no
son productivo, se gana espacio y se concluye que no son tan rentables.
Los clientes reclaman mucha más calidad,
variedad y un servicio más puntual y más eficiente, los procesos productivos
cambian de forma radical, se busca mas la especialización, la competitividad y
la calidad son fundamentales para sobre vivir y la formación de los
trabajadores empieza a ser de vital importancia.
Es posible que el término que más haya
sonado en el tiempo, sea el de competitividad. Esto lo que significa es que de
alguna manera la competitividad siempre ha estado presente en las empresas. Sin
embargo el termino viabilidad, es un término que su uso es más frecuente en
épocas de crisis como la actual.
La crisis ha servido para que nos
familiaricemos con terminologías de empresa y términos económicos de alguna
forma la crisis nos ha culturizado y agudizado el ingenio.
Opino que a
las crisis hay que esperarlas como se espera a un temporal. Comentarios
trasnochados: “yo no me lo esperaba”, “pensaba que esto no era nada”, “parecía que
iba a durar poco”, etc., fueron síntomas de relajación y poca previsión de
futuro.
Creo que todos
sabemos que las crisis son cíclicas y que hay indicadores más que suficientes
para saber con cierta exactitud que hay que guardar las ovejas cuando viene el
lobo. Incluso indicadores en el interno.
Una de las
cosas que he aprendido, es que muchas empresas de diversos sectores, no estaban
preparadas para soportar vientos fuertes, y a consecuencia de esos vientos
fuertes, unas, se han quedado sin tejado y otras sin tejado y sin paredes.
Y las pruebas han
sido claras, se empezó con ERES de suspensión temporal, se siguió con ERES de
extinción y estamos terminando con una avalancha de empresas concursadas y cierres
de empresa, y por lo tanto con una pérdida de empleo sin precedentes. Por lo que
se puede afirmar que teníamos muchas empresas poco solidas, no se hacía nada
para esperar y combatir la crisis de forma eficaz, y la medicina preventiva
aplicada, era un almax para la acidez, cuando se necesitaba antibiótico para la
infección.
Cada mes de
enero, una empresa debería tener los datos de cómo ha evolucionado su
productividad, con respecto a años anteriores. Análisis de indicador interno esencial,
desde mi punto de vista, entre otros.
Y siempre teniendo en cuenta que el volumen
de facturación no garantiza ni la existencia de la empresa ni la supervivencia
de la misma.
Productos con
bajo valor añadido requieren de grandes cantidades de fabricación en unidades,
en la mayoría de los casos y dependiendo del proceso de producción, se necesita
un número elevado de unidades fabricadas para llegar al punto de inflexión. Sin
embargo productos de mayor valor añadido
encuentran el punto de inflexión de forma más rápida y con mucha menos
fabricación. Pero en ambos casos la organización del trabajo es fundamental.
Desde 1980 año
del Estatuto de los Trabajadores, 1986 entrada de España en la CEE, 1992-1994 pequeña
crisis comparada con la actual, 1995 año de la entrada en vigor de la Ley de PRRLL,
2002 entrada del euro, después de todo este tiempo sin duda las empresas
españolas han cambiado, pero hay que seguir transformando, innovando y
adaptándonos de forma constante. Hay que seguir buscando la excelencia en
cuanto al funcionamiento profesional de la empresa, sus procesos productivos;
reservas e inversiones que garanticen la supervivencia de la empresa y por lo
tanto de los empleos y también la necesaria formación de los trabajadores como
medida preventiva entre otras, para hacer frente a la competitividad interna y
externa.
Las empresas con sus direcciones por un
lado, y los empresarios por otro, deben seguir anticipándose en sus planes de desarrollo, deben
acometer en tiempo y forma las decisiones estratégicas, tácticas y operativas,
que harán que el sistema productivo o los servicios, transformen los recursos
(inputs), en productos de calidad y precio competitivos (outputs). Se debe pensar en el futuro y en el largo
plazo.
Para mí no es admisible, que una empresa
no sepa como tiene sus niveles de productividad. Que no conozca cuanto tiempo
le cuesta la fabricación de una unidad.
O que desconozca cuál es el valor añadido
de su producto.
Muchas veces la falta de esta información
básica, ha llevado a empresas a estar vendiendo por debajo del precio de coste
durante varios años. Esto no se puede defender como estrategia de empresa en el
mercado, podría justificarse de forma puntual, pero su prolongación en el
tiempo sin duda terminara con una empresa con problemas o con el cierre de la
misma.
La organización del trabajo y más si es participada, ofrece muchas posibilidades preventivas y efectivas que sin duda alguna serviría para minimizar los efectos de una crisis o los efectos de las oscilaciones de los mercados y su efecto en el interno de la empresa.
Tener una buena organización en las líneas
de trabajo y los procesos de producción, no solo abaratan los costes, sino que
provoca un aumento de la productividad.
Establecer procedimientos de trabajo nos
garantiza que el trabajo se haga con exactitud, con calidad y con seguridad.
Conocer los tiempos de fabricación de los
productos, hace que mejoremos el servicio y podamos tener una planificación con
altos niveles de exactitud.
Conocer los costes de la unidad de
fabricación nos sirve para variar los valores añadidos en función de la oferta
y la demanda, y saber cuál es nuestro nivel de competitividad en el mercado.
Tener una flexibilidad pactada, nos hace
que podamos moldearnos y acoplarnos a las oscilaciones del mercado y a las
exigencias de los clientes.
Tener al personal motivado, dando
participación, incentivando, y provocando una colaboración gustosa, etc.,
mejorara nuestras relaciones laborales y la productividad.
Contar con un plan de mantenimiento
preventivo, encaminado a proteger la instalación, a cuidarla, nos garantizara
un mayor nivel de eficiencia y de aprovechamiento, mas producción, aumento de
la productividad, y una fabricación de más calidad.
Todos los temas que les estoy relacionando
sobre la organización del trabajo sirven para:
Producir más y mejor. Aumentar la
productividad y la calidad. Abaratar costes. Ser más flexibles. Ser más
competitivos. Fortalecer la empresa en los mercados. Consolidar la empresa.
Para que cuando soplen vientos fuertes, nuestro tejado no llegue a moverse y a las paredes solo se les vaya el polvo.