España, está considerado como el segundo país de la Unión
Europea, en cuanto a superficie forestal se refiere, contamos con 2,7 millones
de hectáreas, un poco más de la mitad de nuestro territorio, por delante de
nosotros está Suecia. El 40% de esta superficie, es decir, unos 11 millones de
hectáreas están protegidas. Estos son los datos que ofrece el Ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en el estudio de Diagnostico del Sector Forestal Español,
que además analiza los bienes, servicios y beneficios de nuestros montes.
Esta riqueza forestal de madera, leña, papel y pasta, tuvo
un déficit de más de 900 millones de euros en 2004, en el saldo comercial
exterior, sin embargo en 2013, se convirtió en un superávit de 336 millones de
euros. Todo esto a pesar de la situación de nuestros bosques, con falta de
mantenimiento, desforestación e incendios, y casi nula repoblación.
El estudio mencionado también indica las líneas maestras de
la política y gestión forestal sostenible del Plan de Activación Socioeconómica del Sector Forestal a desarrollar
entre 2014 y 2020, algo de lo que se tiene poca información de resultados hasta
2017.
Nuestros bosques compuestos de pinos, ocupan mas extensión
que las encinas, robles y alcornoques juntos. Los eucaliptos de plantación
humana, ocupan casi lo mismo que las hayas, y más que las sabinas y enebros. El
pino es protagonista pues tanto en el norte como en el sur de España, uno más
resinero y el otro más maderero. De forma general nuestros bosques general 1,15
metros cúbicos por hectárea de madera, cantidad muy inferior a la otros países
europeos con menos superficie forestal. La diferencia estriba en sus políticas
económicas y medioambientales, con respecto a las masas forestales y el
tratamiento de los bosques. Muestras tierras tienen una distribución de forma
general del 37% terreno forestal, 13% de prados y pastos, 34% terrenos de
cultivo y un 10% de otras superficies.
Pero, ¿Cuál es la realidad de nuestros bosques? Entre 2001 y
2011, se produjeron 187.239 incendios forestales, entre fortuitos, negligencias
e intencionados, que arrasaron 1.239.524 hectáreas y provocaron 42 muertos y
233 heridos. Entre 2011 y hasta mayo de 2017, se han producido otros 56.931 incendios
que han quemado 532.503 hectáreas. Si hacemos cuentas en los últimos 197 meses
se han producido entre conatos e incendios un total de 244.170, que han
calcinado 1.772.027 hectáreas. Esto significa que cada mes de media hemos
tenido hasta mayo de 2017, 1.239 incendios y se han quemado 8.995 hectáreas de
media al mes. De seguir así, esto puede suponer que a finales de 2020, tengamos
unos 300.000 incendios y 2 millones de hectáreas quemadas. Datos estos muy
alarmantes y que requieren de unas políticas muy concretas, activas y eficientes,
no solo en la lucha contra incendios, sino también con el medio ambiente rural
y forestal.
Pero 1.772.027 hectáreas, equivalen a 17.720 kilómetros
cuadrados, que podrían convertirse en 2020 en 20.000 kilómetros cuadrados de
extensión de terreno quemado, con lo cual nos quedarían 7.000 por quemar, solo
el 26% de nuestra superficie forestal. En estos momentos y a falta de los datos
definitivos de 2017, tenemos ya quemada el 65% de nuestra superficie forestal.
Pero hagamos números también desde dos perspectivas mas, la
primera sobre la posibilidad de creación de empleo solo con la reforestación. Supongamos
que de toda la superficie quemada solo se pueda repoblar en el 50%, esto
supondría que tenemos 900.000 hectáreas disponibles, y que en cada hectárea se
pueden plantar unos 400 árboles a una distancia de 5 metros, en principio se
tendrían que plantar 360 millones de árboles.
Si atendemos al criterio de que un trabajador podría plantar
100 árboles en 8 horas de trabajo, se necesitaría un total de 3.600.000
jornadas de trabajo. Esta cantidad de jornadas equivalen a 16.364 contratos
anuales, 32.727 semestrales o 65.455 trimestrales, que habría que dividir entre
dos en el caso de un plan de ataque bianual.
La segunda perspectiva es sobre las pérdidas de la madera,
en este caso estimamos también que las 900.000 hectáreas eran de madera, cuyo
precio medio hemos calculados a 18 euros metro cubico. Es posible que se hayan
quemado más de un millón de metros cúbicos con un valor de 18 millones de euros
de esta materia prima.
En definitiva podemos concluir con este análisis que el
segundo país de la Unión Europea en superficie forestal, no parece que le de un
valor ni ecológico, ni medio ambiental, ni económico a su terreno.
El cambio climático ya es una realidad que desgraciadamente
algunos políticos influyentes niegan, y achacan los desastres al tiempo que es así
de cambiante según épocas.
La falta de inversión en los bosques, la falta de medios en
la extinción de incendios forestales, los recortes, las políticas poco
decididas en medio ambiente, y el hecho de no ser un tema preocupante para la mayoría
de los españoles, alientan que el paso del tiempo haga mella en algo que es
vital para la vida de las personas, como es la fabricación de oxigeno natural,
la evitación de la desforestación y la desertización de nuestras tierras, la evitación
de lluvias torrenciales y otros desastres. Si mañana cada español plantase un árbol,
solo nos quedarían unos 300 millones que plantar.
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